Mónaco es uno de esos lugares en donde desde siempre el Glamour estilo Hollywood y la realeza han tenido la unión perfecta en estilo y elegancia. Las bodas de la Dinastía Grimaldi (exceptuando las de Estefanía) son prueba de ello.
Si bien, la boda de los Duques de Cambridge acontecida hace poco acaparó la atención mundial esta boda real no se queda muy atrás, y es que la novia ha lucido simplemente elegante. Fiel a su gran amigo Giorgio Armani, ha confiado en el para este gran acontecimiento al encargarle su ajuar nupcial
Un diseño de líneas rectas, con mucha caída, del que parte una larga cola. El vestido está elaborado en seda 'duquesa' y lleva un detalle cruzado en la zona del pecho y la espalda. La parte frontal del vestido y la parte central de la cola están embellecidas con flores de piedras doradas bordadas a mano, cristales de Swarovski y madreperlas en formas de lágrimas en tonos blancos y dorados.
En cifras, se han necesitado más de 2.5000 horas para elaborar el diseño; se han empleado 40.000 cristales de Swarosvski; 20.000 piedras en tonos dorados; 20 metros de seda 'duquesa'; 80 metros de organza; 20 metros de tul de seda para el velo y 100 horas de trabajo para bordarlo.
Carolina de Mónaco en Chanel Haute Couture. Su hija Alejandra también en Chanel. |
Carlota Casiraghi, también en un modelo de Chanel Alta Costura. |
Carolina de Mónaco, hija mayor de Raniero III y la princesa Grace, se casó por primera vez con tan solo 21 años. Durante su etapa universitaria en París conoció a Phillipe Junot y el 29 de junio de 1978 se dieron el “sí, quiero”. Carolina estaba radiante con un diseño de encaje y cintura marcada diseñado por Marc Bohan para Christian Dior. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo con dos adornos florales a los laterales que sujetaban el velo
El príncipe Raniero de Mónaco y Grace Kelly contrajeron matrimonio el 19 de abril de 1956 en una solemne ceremonia celebrada en la catedral monegasca de San Nicolás. Su historia de amor traspasó todas las fronteras y su boda fue una de las más ‘glamourosas’ que se recuerdan de la época. Ella, frágil y dulce, vistió un elegante diseño elaborado por Helen Rose con el que deslumbró a su llegada al templo.
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