FENIX

miércoles, 4 de julio de 2012

¡La Maison del millón de flores!...Dior Haute Couture.

La expectación ya se hacía notar fuera del 51 Avenue d'Léna: Raf Simons tenía un reto importante esta semana en París; no solo era su debut en la casa Dior tras su elección como director creativo en abril, sino que además debía hacerlo en un desfile de Alta Costura. 
El desfile de invitados presagiaba un acontecimiento histórico. Marc Jacobs, Riccardo Tisci, Alber Elbaz, Stella Tennant, Natalia Vodianova, Donatella Versace, Carine Roitfeld, Charlotte Rampling, Inès de la Fressange, Sharon Stone, Marion Cotillard... una lista enorme y excepcional para asistir a la reinterpretación de Raf Simons a las riendas de una casa tan mítica y con tantos altibajos en los últimos años.



Los 5 salones privados donde ha tenido lugar el desfile ya daban una idea de lo que iba a acontecer al estar adornados con aproximadamente1 millón de flores –un tono por cada salón– hasta el techo como si de un mundo femenino y ultradelicado se tratara. Y así ha sido. Su colección de Alta Costura para Dior es todo un homenaje a la elegante feminidad de los códigos clásicos de la maison mezclada con su visión más minimalista y futurista de la moda, reverenciando la cualidad arquitectónica del trabajo de Christian Dior al igual que la suya propia.




A grandes rasgos, la colección toca una gran amplitud de siluetas. Vestidos cóctel –inspirados en el New Look con falda de vuelo y rotundos bolsillos o silueta tubo, ambos cortados para darles un twist moderno–; los bustiers con peplum –algunos sobrios, otros estampados–; los pantalones pitillo negros acompañando trajes, bustiers y hasta faldas largas de tul por encima;  vestidos con forma de abrigos sujetos por cinturones metálicos –marcar cintura con ellos es una constante en todo el desfile y en todos los tipos de prendas–; los monos de pantalones negros y escotes iridiscentes, que van desde el palabra de honor al corazón hasta el clásico corte en pico. Entre la paleta de colores, el negro destaca pero no es el único ni mucho menos: hay pasteles –a rayas inclusive–, hasta amarillos y rojos puros pasando por estampados tie-dye en los abrigos y los vestidos de vuelo y palabra de honor que rompen con todas las ideas preestablecidas.
















La prueba de esta sinergia entre pasado y futuro, entre lo que fue y lo que será, se materializa en los vestidos con dos caras -como si de una moneda se tratara- que han salido al final del desfile: los bordados que lucían en la espalada eran un remake de los diseños históricos de Dior; sin embargo, en el frontal, aparecían reinterpretaciones futuristas de Simons. O los colores pastel -básicos dentro del código de la maison-, traducidos en los bordados de plumas. También el vestido Miss Dior ha sido una clara inspiración para un vestido blanco de organza con bordados puntillistas de colores en chifón que reproducen las flores del vestido original. El tweed clásico de la casa francesa representado en un traje de falda y chaqueta con estampado Príncipe de Gales; o un bustier negro de tul con detalles bordados de tercipelo inspirado en el vestido Esther de la colección de Alta Costura de otoño de 1952. Así describía Dior muchas de las influencias pasadas mientras acontecía el desfile actual de Simons.




"Ha sido lo que se esperaba y más. Un bonito homenaje a Dior, una mezcla de modernidad, limpieza y sorpresa con un toque de luz muy especial", ha definido Lucinda Chambers, directora de moda de Vogue UK. En definitiva, Raf Simons ha mezclado los códigos clásicos de la casa Dior con una visión personal y vanguardista.

                                                                                                          Marina Valera
                                                                                                         (Vogue España)






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